¿Alguna vez te has preguntado si nos estamos volviendo demasiado cómodos con los asistentes de IA? Aquí va una opinión controvertida: usar LLMs para cualquier cosa que no sea programar podría estar afectando la forma en la que pensamos.

La parte del código tiene sentido: autocompletar, depuración, lo que sea. Pero cuando se trata de pensar de verdad, escribir, tomar decisiones... ahí es donde las cosas se ponen turbias. Cada vez que recurres a una IA para formar opiniones o elaborar tus ideas, básicamente estás subcontratando las funciones centrales de tu cerebro.

Piénsalo. Estos modelos se entrenan con patrones ya existentes. Te ofrecen versiones procesadas y promediadas del pensamiento humano. Cuanto más dependes de ellos para asuntos no técnicos, más empieza tu propio pensamiento crítico a parecerse a la lógica de una máquina en vez de desarrollarse de forma orgánica.

No digo que la IA sea malvada. Solo digo que quizá deberíamos poner ciertos límites a lo que dejamos que estas herramientas gestionen. ¿Tu código? Por supuesto. ¿Tu cognición real? Quizás quieras mantenerla humana.