Una importante institución bancaria nigeriana y su empresa matriz se enfrentan a graves consecuencias a menos que resuelvan cuestiones financieras críticas en los próximos tres meses. La filial tiene hasta el cierre del segundo trimestre para poner en orden sus cuentas; si no cumple ese plazo, podrían imponerse sanciones que afectarían tanto a la operación local como al balance de la sociedad holding. Fuentes cercanas al asunto sugieren que la paciencia de los reguladores se está agotando, y el tiempo apremia más de lo que la dirección quisiera admitir. Si logran o no revertir la situación antes de que termine el trimestre sigue siendo la gran incógnita, con los accionistas atentos a cada movimiento.
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Una importante institución bancaria nigeriana y su empresa matriz se enfrentan a graves consecuencias a menos que resuelvan cuestiones financieras críticas en los próximos tres meses. La filial tiene hasta el cierre del segundo trimestre para poner en orden sus cuentas; si no cumple ese plazo, podrían imponerse sanciones que afectarían tanto a la operación local como al balance de la sociedad holding. Fuentes cercanas al asunto sugieren que la paciencia de los reguladores se está agotando, y el tiempo apremia más de lo que la dirección quisiera admitir. Si logran o no revertir la situación antes de que termine el trimestre sigue siendo la gran incógnita, con los accionistas atentos a cada movimiento.