Mirando atrás a las oportunidades perdidas en aquellos años, la que más duele sigue siendo el Bitcoin.

Imagina que cuando el BTC rondaba los 80 dólares, tenías que tener el valor de creer que algún día sería incluido en las reservas estratégicas de una gran potencia, que podría competir mano a mano con el oro, o al menos llegar a seis cifras. ¿Cuánta gente se atrevía a imaginar eso en aquel entonces?

Pero no basta solo con tener ideas. ¿Cómo actúan los verdaderamente audaces? Acumulan posiciones por fases, y eligen precisamente los momentos de mayor pánico del mercado para hacerlo. Cuando hay un colapso masivo de la potencia de minado o un cierre colectivo de minas, mientras otros venden con pérdidas, tú compras, y además con una posición suficientemente grande.

Por supuesto, esto es fácil decirlo a toro pasado. Pero siendo sinceros, esta lógica sigue siendo válida hoy en día: atreverse a imaginar, atreverse a apostar fuerte, y saber elegir el momento. El mercado siempre repite los mismos patrones; solo cambian los activos y el momento.