Últimamente ha surgido en el mundo cripto un proyecto surrealista llamado CodexField, que afirma ser el “socio ecológico” de una conocida plataforma de intercambio y muestra un montón de acuerdos de colaboración y vídeos de apoyo. Pero basta con investigar un poco para darse cuenta de la farsa: estos materiales son montajes hechos con Photoshop o informes de auditoría robados de otros proyectos; en la web oficial de CertiK ni siquiera existen los registros correspondientes.

En el aspecto técnico, la cosa es aún peor. Su código principal está básicamente copiado y pegado de aquí y allá, el coste de almacenamiento es 50 veces superior al de la solución IPFS y la sincronización de datos falla constantemente. Lo más ridículo es su función de “programación inteligente con IA”, que, según pruebas, tiene una tasa de error superior al 60%, por lo que es totalmente inutilizable para fines comerciales. ¿Y esos 700.000 usuarios que publicitan? Al investigar a fondo, se descubre que el 95% son cuentas falsas, típico caso de manipulación de cifras para aparentar popularidad.

Lo realmente peligroso es su modelo de rentabilidad. Prometen un retorno mensual del 10%-40%, pero el dinero nunca llega a operar en la cadena: se va directo al fondo del propio proyecto. Este modelo de “pagar a los antiguos con el dinero de los nuevos” es un esquema Ponzi de manual. Más escandaloso aún es su sistema de distribución multinivel de hasta diez niveles para captar gente, lo que ya roza la línea roja de la estafa piramidal: no solo los inversores perderán todo su capital, sino que los promotores pueden enfrentarse a responsabilidades legales.

Según la normativa vigente en muchos países, este tipo de captación ilegal disfrazada de blockchain ya está incluida en la lista de alto riesgo. Participar en ello no solo supone perderlo todo, sino también exponerse a problemas legales.

Si tú o alguien que conoces ya ha caído en la trampa, lo que debes hacer ahora es: dejar de invertir inmediatamente, guardar todos los comprobantes de transferencia, registros de comunicación y capturas de la plataforma, y denunciar ante la unidad de delitos económicos o el organismo regulador financiero local. Recuerda: no existen los milagros, y esos proyectos que prometen altos beneficios casi siempre son trampas diseñadas al milímetro.