Algo se está gestando bajo la superficie de la economía estadounidense, y no es nada bueno. Las pequeñas empresas están cayendo como moscas: hablamos de 2.221 compañías que han presentado solicitudes de quiebra bajo el Subcapítulo V en lo que va de año. No es solo una cifra; es un récord histórico.

Aquí viene lo más preocupante: este repunte de quiebras refleja patrones que solemos ver durante recesiones en toda regla. Sin embargo, la narrativa oficial sigue insistiendo en que todo va bien. Las pequeñas empresas son el canario en la mina de carbón de la economía. Cuando empiezan a asfixiarse a este ritmo, suelen seguirle temblores mayores.

¿Por qué importa esto para los poseedores de activos digitales? Porque los vientos macroeconómicos en contra no existen de forma aislada. El endurecimiento de las condiciones crediticias, el aumento de impagos y el estrés económico suelen repercutir en todos los activos de riesgo. Si las estructuras empresariales tradicionales se resquebrajan bajo presión, cabe esperar que la volatilidad se intensifique en todos los mercados, incluido el cripto.

La brecha entre la realidad de la economía real y el optimismo de Wall Street no deja de ampliarse. Estas cifras de quiebras cuentan una historia que los informes de resultados y los índices bursátiles prefieren ignorar.