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En ese evento en Dubái, el ambiente explotó literalmente.

El fundador de cierto exchange sostuvo un lingote de oro y, delante de todos, interpeló al fanático del oro Schiff: "¿Esto es oro auténtico?" Todo el público contuvo la respiración, y el que es considerado el mayor creyente mundial en el oro tardó un buen rato en responder... y soltó tres palabras: "No lo sé". El aire se congeló en un instante. Ni siquiera el guardián del oro reconoce el oro: la ironía es brutal.

Volviendo a las declaraciones de peso en el evento. Este magnate aclaró tajantemente: ¿Con la familia Trump? Ningún vínculo. ¿Volver pronto a la gestión diaria del exchange? Sin planes de momento. Pero viró el discurso para recalcar que el desarrollo del ecosistema nunca se ha detenido, y que la BNB Chain sigue creciendo a toda velocidad. Más contundente aún fue su afirmación: el retorno a largo plazo de Bitcoin supera al 99% de los proyectos emprendedores, por una razón sencilla y directa: el suministro está limitado a 21 millones, la demanda global se dispara y esa escasez no tiene rival.

Volvamos al lingote. La London Bullion Market Association ya lo ha dejado claro: ¿quieres verificar al 100% el oro? Solo hay una forma: "prueba de fuego", fundirlo para saber si es auténtico. ¿Y Bitcoin? ¡La verificación se resuelve en segundos! No hacen falta expertos ni laboratorios, solo matemáticas y un libro contable criptográfico público. Trescientos millones de personas en todo el mundo pueden auditarlo en cualquier momento, cada transacción es transparente en la blockchain; ¿falsificaciones? Imposible.

Y llegan los datos más demoledores: del oro físico mundial, entre el 5% y el 10% es falso. Lo guardes en una cámara acorazada o en la mano, siempre dependes de la "confianza" y de la suerte. ¿BTC? No requiere confiar en nadie, lleva el antídoto contra la falsificación de serie y cada diez minutos un bloque demuestra su autenticidad: la sensación de seguridad es máxima.

El oro tiene una capitalización de 29 billones de dólares, basada en el "créeme"; Bitcoin, con 1,8 billones, se basa en el "míralo tú mismo". Cuando ni los más fieles defensores del oro pueden distinguir el real del falso y los activos tradicionales ni siquiera pueden demostrar su legitimidad, ¿cómo van a competir con un activo digital que se verifica a sí mismo en todo momento?

Esto no fue un simple choque de opiniones, sino un ataque disruptivo de los activos digitales al viejo mundo. La pregunta ya no es si "Bitcoin merece llamarse moneda", sino si "el oro alguna vez fue una moneda verificable". El estándar del dinero fuerte en la era digital está siendo completamente redefinido.