Las criptomonedas han reinventado y reconfigurado al intermediario

Fuente: CryptoNewsNet Título original: La criptografía ha reinventado y reubicado al intermediario Enlace original: Hoy es un momento crucial y peligroso para las criptomonedas. En mis doce años en este sector, nunca he visto las condiciones que estamos viviendo ahora, ni siquiera en nuestros ciclos más bajistas.

Individualmente, estas señales serían inquietantes. Juntas, son signos de una posible gran crisis. ¿Qué pasó con las llamadas a la utilidad o a incorporar al próximo millardo de usuarios?

La primera gran preocupación es que cada vez menos desarrolladores buscan auditorías de contratos inteligentes, algo que he escuchado una y otra vez en conversaciones con empresas de auditoría (y que se ha evidenciado por el reciente exploit del contrato inteligente de Yearn). Esta es una práctica estándar habitual antes del lanzamiento de cualquier aplicación descentralizada (dApp). No es porque estén conformes con lanzar sin ello: es porque los nuevos dApps no existen. Los desarrolladores —programadores, fundadores que quieren lanzar aplicaciones que la gente quiera usar— están esperando a que el entorno mejore o se están yendo de las criptomonedas. No les interesa construir aplicaciones que, sinceramente, son sencillas o simplemente replicar lo que ya existe —como aplicaciones financieras, fondos tokenizados, etc.

En segundo lugar, hay muy poco estímulo, apoyo o financiación de los inversores para las aplicaciones de utilidad, que son mucho más difíciles de construir y (suelen) requerir más tiempo. A menos que una aplicación tenga potencial de un retorno de 1000x en poco tiempo en algún tipo de esquema DeFi, simplemente no conseguirá financiación ni “apoyo”, lo que arrincona a los desarrolladores. En otras palabras: si eres un fundador con conocimientos en blockchain y tienes una gran idea, puedes encontrarte en una posición imposible desde el principio.

En su lugar, las inversiones en este sector están actualmente enfocadas en la pura búsqueda de beneficios a corto plazo, como memecoins, manipulación con información privilegiada, protocolos DeFi multicapa sin suficiente transparencia y operaciones con excesivo apalancamiento. Y donde va el dinero, va la atención, por eso cada vez se escucha menos sobre productos o casos de uso basados en blockchain. En cambio, estamos saturados de titulares y episodios de pódcast sobre entradas/salidas de ETFs, rendimientos de trading, consejos de trading, etc. Esto solo sirve para engañar y confundir aún más a los inversores minoristas que compran estas ilusiones, que no están hechas para aficionados, sin comprender el comportamiento perverso que ocurre tras bambalinas.

Lo peor de todo es que este enfoque en la búsqueda de beneficios por encima de los verdaderos casos de uso de blockchain está siendo perpetuado por muchos de los “líderes” del sector. Podrían estar impulsando la migración de todo el sistema monetario global a la cadena para mayor eficiencia y transparencia, o el uso de blockchain y cripto para mejorar realmente nuestras sociedades, como incentivar acciones sostenibles o comportamientos más saludables. Pero en su lugar, están abrazando (y dando plataforma) a una nueva y más peligrosa raza de intermediarios.

Son estos intermediarios y sus productos financieros los que han introducido una complejidad y opacidad intencionadas y dañinas en nuestros anteriormente transparentes mercados. Y al hacerlo, han desbloqueado un nuevo e increíble nivel de codicia y robo.

Consideremos la liquidación reciente del 11 de octubre: aún no conocemos el impacto completo de lo sucedido, salvo que los inversores minoristas siguen pagando el precio mientras los que tienen poder negocian sus propias recuperaciones.

La criptomoneda y la blockchain se inventaron para exterminar los oligopolios financieros y democratizar el acceso a una nueva era de Internet. En cambio, hemos permitido la reinvención de los intermediarios manipuladores y les hemos dado la bienvenida de vuelta con un pequeño cambio de forma como los supuestos “salvadores” de Web3.

Web3 recibió su nombre porque blockchain es realmente la próxima generación de Internet. Mirando los fundamentos de la tecnología, blockchain se coloca como la joya de la corona en la evolución tecnológica de la humanidad. Bien utilizada, la IA nos hará más productivos y la blockchain mejorará las relaciones entre diferentes partes sin barreras. Juntas, podrían transformar el mundo tanto o más que lo hizo Internet.

Pero en lugar de eso, estamos atrapados observando ETFs, apalancamientos de trading y liquidaciones DeFi, y un pequeño grupo de personas obtiene beneficios desproporcionados a costa de la miseria y la pérdida de millones de otros. La cripto aún no ha cumplido su promesa de igualar la transformación radical de la World Wide Web, con principios descentralizados en su núcleo.

Al ver pasar estos meses, sigo recordando una escena de la película La gran apuesta. El inversor Mark Baum, cada vez más frustrado por el comportamiento irracional y codicioso del mercado (y de los actores dentro de él), dice: “Lo que me molesta no es que el fraude no sea agradable. Ni que el fraude sea cruel. Durante quince mil años, el fraude y la visión a corto plazo nunca, jamás han funcionado. Ni una sola vez”.

Tiene razón. Cada céntimo de beneficio extraído exprimiendo el ecosistema cripto solo sirve para alejar a los constructores y frenar el progreso de esta increíble tecnología. A cambio de la oportunidad de un beneficio a corto plazo, estos intermediarios cripto están destruyendo el valor del activo subyacente sobre el que especulan. Pero todo el sector acabará pagando por ello, incluidos quienes aman esta tecnología y creen en su potencial.

Para quienes queremos utilizar las criptomonedas para mejorar el mundo, debemos empezar a señalar este comportamiento por lo que es: codicia miope, egoísta y no bienvenida. Tenemos que hacer algo para salvar a nuestra querida industria, centrándonos en construir más utilidad real y situar en el centro de atención el desarrollo de aplicaciones innovadoras para los próximos mil millones de usuarios, y en los proyectos y protocolos que cumplan con el innegable potencial de Web3.

Luchemos todos por la utilidad, mientras aún nos quede fuerza para luchar.