Estos días, la atención de los traders globales debería haberse centrado en la Reserva Federal, pero Japón ha cambiado el guion con un gran evento: un terremoto de magnitud 7,6 que lo ha trastocado todo.

Al sonar la alerta de tsunami, el mercado de divisas también tembló. El dólar/yen se disparó instantáneamente hasta cerca de 155,97, y detrás de este movimiento se esconde una cuestión aún más delicada: ¿podrá el Banco de Japón seguir adelante con el plan de subida de tipos que lleva discutiendo más de medio año?

Sinceramente, hace apenas una semana, el mercado daba casi por hecho que en la reunión del 18 y 19 de diciembre habría novedades. Después de tanto tiempo esperando para normalizar la política monetaria, parecía que por fin había llegado el momento. Pero los desastres naturales no se pueden incluir en ninguna estrategia de trading por anticipado. Ahora los analistas han vuelto a hacer cálculos: si el coste de la reconstrucción tras el desastre es demasiado alto y los datos económicos se resienten, lo más probable es que el banco central tenga que posponer la subida de tipos y priorizar la estabilidad de los fundamentales económicos.

Pero esto no solo afecta a Japón. Hay que recordar que el yen ha sido durante mucho tiempo una fuente clave de financiación para operaciones de carry trade a nivel global. Si el Banco de Japón realmente retrasa el endurecimiento de su política, aquellas posiciones de carry trade que pensaban retirarse podrían tener razones para quedarse un poco más, lo que a corto plazo podría ser un pequeño impulso para el apetito por el riesgo en los activos. Pero, por otro lado, la incertidumbre de la política en la región Asia-Pacífico añade otra capa de complejidad, justo cuando la Reserva Federal también está jugando con el concepto de una “bajada de tipos hawkish”, lo que tensa aún más los nervios del mercado.

Así que esta semana el foco está en dos frentes: por un lado, ver cómo la Fed define su postura sobre los recortes de tipos y, por otro, comprobar si el terremoto realmente trastocará el calendario del Banco de Japón. Cuando aterriza un cisne negro, hasta el plan más perfecto tiene que ceder ante la realidad.